Pocos dobletes se logran en cada temporada, pero los que materializamos, saben a gloria, se recuerdan años y años, y crean escuela, nos dan esa palmadita en la espalda que viene a significar aquello de «chaval, tú vales mucho...». Y no pensemos siempre en la perdiz a la hora de los dobletes: conejos, liebres, e incluso el vibrante lance de tirar una pieza de pelo y otra de pluma, nos pueden sorprender en cualquier loma o viña de nuestro coto.
El doblete es un lance de alcurnia cinegética que rara vez deja mal recuerdo en el cazador que lo efectúa con tiento y suerte
Para un buen número de aficionados, realizar un doblete es algo que no está al alcance de todos, pues allí donde la densidad de caza no es muy alta, las ocasiones de que dos piezas, o alguna más, salten juntas de forma que podamos tirar primero a una y pasar luego a una segunda, son casi inexistentes. Pero en las jornadas al salto y en mano en un buen número de acotados de nuestros campos, de vez en cuando se rodean las circunstancias para que de pronto salte el bandito de perdices a tiro, o entren dos conejos huyendo del acoso de los podencos, o también que mientras tiramos a la liebre, nos entre una torcaz justo por encima.
El doblete es un lance de alcurnia cinegética que rara vez deja mal recuerdo en el cazador que lo efectúa con tiento y suerte. No hablamos del doblete tirando desde puesto, pues está claro que si nos entran perdices agrupadas, las posibilidades de abatir dos o tres seguidas es habitual, al igual que ocurre con zorzales, palomas, o tórtolas.
De vez en cuando nos congratulamos ante el inesperado vuelo de dos codornices en el rastrojo veraniego, el perro puesto a escasos metros, logrando abatirlas: igual ocurre en alguna ocasión con las tórtolas o más tarde con palomas y zorzales, también con los patos. Tirando al paso o en ojeo la cosa cambia pues es mucho más frecuente poder tirar sobre piezas que entran juntas, pero cazando a guerra galana, o en mano, la cuestión es que tal vez este lance se nos presenta una o dos veces en la temporada, y no en todas... Lo fundamental, siempre, es saber elegir la mejor pieza para abatirla, recordemos que nunca se debe tirar sin verdadera intención de abatir a una pieza que podemos dejar herida por habernos desviado antes de tiempo, queriendo tirar también en buenas condiciones a la segunda.
Pocos cazadores quedan en activo de los que en su día, hace unas décadas, lograban de vez en cuando abatir tres, cuatro y hasta cinco perdices de un bando según se le levantaba, pudiendo tirar hasta cinco cartuchos pues no existía la limitación actual a tres cartuchos totales en el arma: estas son palabras mayores, de momento, vamos a centrarnos en aprovechar, de vez en cuando, un sabroso doblete.
Asegurar, al menos, una pieza
Esto es lo fundamental. Cuando salen varias perdices a tiro, a veces un bando o el chorreo de los pájaros descubiertos que se arrancan seguidos, lo fundamental es asegurar una pieza, y por ello, buscaremos la que mejores condiciones tenga para poderla abatir. Hablamos de distancia, ángulo, dirección y velocidad, todo eso hay que conjugarlo y juzgarlo en décimas de segundo para irnos con una. No llevemos en esos instantes la idea del doblete, pues por lo general, fallaremos las dos, o tres piezas, que tiremos. Resulta mucho más sencillo y hasta cierto punto relajado, tirar una, y según la vemos caer, irnos con otra que vuele en ángulo similar, o al menos en la misma dirección a ser posible.
Cuando salen varias perdices a tiro, lo fundamental es asegurar una pieza, y por ello, buscaremos la que mejores condiciones tenga para el disparo
En los comienzos, interesa que ante varias perdices que se arrancan, nos fajemos bien en una de ellas, la que valoremos como mejor, y nos olvidemos por un instante de las demás, pues si tiramos a una y estamos mirando de reojo las otras, fallaremos. Una perdiz, un disparo, seguimos encarados, buscamos a la más cercana a la abatida, tapamos o adelantamos, y nuevo disparo. ¿Qué ocurre cuando salen varias y al disparo cae la perdiz alicortada o sigue volando herida? Pues que debemos asegurarla, renunciando a tirar otra, pues corremos el riesgo de perder a la herida. En este caso lo ideal es doblar el disparo sobre ella e intentar abatirla bien, y si cazamos con semiautomática, entonces intentamos el lance con otra.
Lo que más nos puede alterar las posibilidades es querer amarrar la primera perdiz cuanto antes para buscar otro intento con una segunda perdiz. Hay muchos cazadores que tiran muy cerca de la primera perdiz y o la fallan o la destrozan: hay que dejar volar la caza, y llegado el caso, tirar primero a una que ya vuele a buena distancia, para esperar luego encarado y coger la referencia de la más cercana que saltó. Con la experiencia vamos ganando en pericia y criterio de selección ante un doblete: buscaremos las piezas que nos vuelen hacia nuestro mejor lado de tiro, buscaremos rápido a la que ya va distanciada para abatirla con cierta facilidad, y dejar a las más cercanas que se distancien mientras lo necesario.
Doblete de pelo y pluma
Resulta muy atractivo y es realmente espectacular, suponiendo una variación radical en décimas de segundo de la dinámica de tiro al necesitar realizar un swing para una pieza que corre y para otra que vuela, teniendo además generalmente la complicación de que cada pieza irá en una dirección diferente. ¿A cuál tiramos primero? Pues esto va a depender de varios factores, fundamentalmente de si cazamos en terreno con mata o en terreno más abierto, ya que tenemos un conejo y una perdiz, por ejemplo, en movimiento a la vez, el conejo se tapará en breve, mientras que a la perdiz, con un poco de suerte, podremos tirarla en segundo lugar con algunas opciones de éxito.
Con las liebres suele darse el doblete, incluso el triplete en algún caso, cuando están enceladas
Casi nunca se arrancan las dos piezas a la vez, ocurre que según corre el conejo pasa justo al lado de la perdiz y ésta levanta el vuelo, incluso nos ha ocurrido tirar el conejo, y justo donde deja de rodar, una vez abatido, sale pitando la del pico rojo... Lo fundamental es seguir centrados a la primera pieza (en realidad casi nunca sabemos que en breve arrancará otra), y si mientras la seguimos para tirar vemos cómo salta una perdiz, lo más recomendable es tirar rápido al conejo o a la liebre, para tomar entonces en firme la trayectoria de huida de la patirroja. No es raro tampoco que este tipo de doblete se realice al contrario, es decir, donde cae la perdiz se arranca un conejo, si bien este tipo de lance entra ya en el terreno de dos piezas abatidas consecutivamente, pero no han estado ambas en huida, por lo que para muchos aficionados, no será un doblete, sino una coincidencia.
Otros dobletes de pelo y pluma se hacen posible al cruzarnos una paloma mientras tiramos una liebre o un conejo, incluso una perdiz revolada cuando en mitad de la viña nuestro perro acaba de sacar a buena distancia una rabona, en este caso, tiraremos a la pieza que menos puede esperar (recordemos, hay que asegurar al menos una) por distancia y velocidad, siendo en el caso de la perdiz revolada la que debamos apuntar primero, pues cruzará en un instante y se irá fuera de tiro.
El doblete de pelo
Tal vez no es muy común tirar dos conejos cazando al salto y hacer posible el doblete, pero cuando el monte que cazamos tiene buena densidad de pelo, no es del todo extraño que de una aulaga nos salten dos conejetes, si bien lo más habitual es que arranquen a la distancia, por lo que habitualmente no se tratará de un doblete.
Cazando en postura con podencos andaluces sí hay bastantes ocasiones de tirar dos conejos que se mueven cerca, incluso tres, y eso por no contar los lances curiosísimos en los que gracias al batir del monte por parte de los podenquillos, nos entran en nuestro tiraderos tres o cuatro conejos a la vez. Aquí, sin duda, hay que tirar al que antes se tapará, pues con mucha cubierta de matas, el conejo raro es que se deje ver en los claros mucho más de lo que necesita para cruzar como un cohete; tirando tal y como hemos indicado, incluso llegan a quedar abatidos los conejos uno junto al otro, pues suelen tomar las mismas veredas.
Al tirar así, al segundo conejo casi nunca le hacemos un swing, por lo que conviene siempre intentar al menos no parar la escopeta, ya que corremos de adelante hacia atrás buscando al segundo conejo, por lo que frenarse y parar la punta de los cañones es algo común, que nos lleva al fallo sobre la segunda pieza.
Con las liebres suele darse el doblete, incluso el triplete en algún caso, cuando están enceladas; las liebres se ven cortejadas y rodeadas por varios machos, permaneciendo todo el grupo muy junto, de ahí que si en nuestra zona sabemos que ya están enceladas las liebres, ojo, pues de donde sacamos una sacaremos casi siempre la segunda.
Y suele pasar algo parecido como con los conejos, la segunda sale detrás de la primera, por la misma huida, de ahí que una vez abatida la primera simplemente debamos coger la referencia de la segunda de forma rápida, pues entrará en nuestra línea de tiro casi detrás de la primera liebre.
Miguel F. Soler