martes, 19 de abril de 2011

Las 10 claves para el adiestramiento del perro de caza

Las 10 claves del adiestramiento del perro de caza
Un perro sin adiestramiento es un animal conflictivo, difícil, que destroza la armonía tanto familiar como la cinegética. La ausencia de unos criterios educativos caninos claros, la permisividad, la falta de tiempo y el no encontrar unos esquemas positivos de pedagogía canina, llevan al cazador a rendirse ante la perspectiva de un adiestramiento poco coherente y nada atractivo. ¿Pero dónde están las claves del adiestramiento exitoso del perro de caza? Éstas son las diez indispensables.
Ricardo V. Corredera | 19/01/2011
  1-Motivación
El adiestramiento debe ser atractivo tanto para el perro como para el adiestrador. Exige un alto esfuerzo para ambos, por lo que el dueño o adiestrador debe saber cómo seducir al animal con actividades atractivas y pautas sanas y positivas que empujan al perro a la acción en la correcta dirección.
Motivar es despertar el deseo de aprender y de actuar. Hay que comenzar el edificio por los cimientos. que son la actitud de los dos (educador y educando) y su motivación por el trabajo.
El refuerzo positivo, el alcance cotidiano de pequeños logros, la dosificación de la exigencia en el entrenamiento, el entorno natural… son algunos agentes motivadores esenciales.
2- La socialización
Sin una habituación adecuada al entorno social humano donde el perro habrá de desenvolverse, no es posible aplicar educación alguna. La falta desocialización produce individuos inadaptados con trastornos temperamentales que derivan en conductas indeseadas tales como impulsividad, agresividad, fobias. inestabilidad emocional, excitabilidad, llamada continua de atención, etc. La mayor causa de estos comportamientos problemáticos se encuentra en el confinamiento en perreras.
Cuanto más integrado esté el cachorro (desde sus primeras etapas de desarrollo) en la sociedad humana y más convivencia, experiencias y complicidad adquiera con el amo, más preparado se encontrará para el adiestramiento. La socialización es, además, un vehículo para el desarrollo de la inteligencia del animal; lo contrario, el ostracismo, supone la atrofia mental.
3-El potencial
Jamás podremos construir un buen edificio sin unos materiales de calidad. al igual que un futbolista jamás pasará de tercera regional por mucho que entrene sin una genética de base que le otorgue un físico y una mente superdotados.
El adiestramiento debe sustentarse en el desarrollo de unas capacidades innatas presentes desde el nacimiento. Por supuesto que no existe el perro perfecto que reúna todas las cualidades existentes en su código genético, pero son indispensables tanto una carga instintiva pulsional (que mueva al perro hacia la caza, muestra, cobro, rastreo, búsqueda, etc.). como una estructura física adecuada.
El adiestrador deberá detectar cuáles son las virtudes y carencias innatas de cada ejemplar en aras de encauzar las primeras y potenciar las segundas.
4- Capacidad de análisis
En los primeros pasos de la educación debemos hacer un rastreo psicológico del individuo. Es decir, definir un perfil temperamental individual, con el objeto de adecuar tanto el tipo de manejo como el nivel de presión y el enfoque del programa de trabajo a cada forma de ser particular. No hay dos perros iguales en cuanto al carácter, e incluso entre hermanos podemos encontrar grandes diferencias en cuanto a su sensibilidad general y específica, su nivel de dominancia y sumisión, su concentración, agresividad y demás tratos temperamentales.
El carácter último del perro adulto será el resultado de la suma de su temperamento innato y de las experiencias que reciba, y la conducta a su vez será la suma del carácter y del aprendizaje. Este último se alimenta de la actividad espontánea que el dueño debe favorecer y controlar y del adiestramiento específico aplicado.
5- Las tres etapas
La impaciencia por obtener resultados rápido nos lleva a la precipitación de los acontecimientos, de modo que tendemos a quemar etapas, lo que invariablemente nos lleva a dar un paso adelante y dos hacia atrás. El aprendizaje es un proceso motivación dinámico que debe programarse con coherencia, de modo que se sustente en tres etapas fundamentales: iniciación, desarrollo y refuerzo.
Estas fases del adiestramiento están bien diferenciadas, siendo básicamente en la iniciación donde tiene presencia el aprendizaje guiado. la familiarización con el campo y las tareas básicas y el entrenamiento prioritaria-mente positivo y motivador.
El desarrollo se caracteriza por el trabajo en ensayo y error, la distribución sistemática de premios y castigos y una mayor independencia en la toma de decisiones del can.
Por último, el refuerzo se basa en la interferencia activa, de modo que se añaden dificultades extras a cada tarea y se aumenta el grado de presión exigiendo el máximo nivel de ejecución.
6- El entrenamiento
El adiestramiento de pista o de campo intensivo deben ser sólo un soporte de la actividad cercana a las condiciones naturales en campo y en contacto con caza salvaje. «La perdiz roja es la mejor maestra del perro de muestra. así como la mejor aula de adiestramiento es el campo abierto». He entrecomillado esta frase para darle aire de sentencia (de ahí el esfuerzo de la rima), ya que suele este apartado ser el más olvidado, siendo el más importante.
La perdiz, casi por sí sola, aviva la pasión del perro. le enseña a tomar el aire correctamente, a batir con minuciosidad, a dosificar la marcha y mantener un ritmo sostenible, a alzar la nariz al viento y una vez en línea directa con ella, tras tocar la emanación, le irá diciendo la distancia crítica de muestra y cómo guiar con cautela y bloquearla. Todo eso no se aprende en un intensivo con gallináceas de cajón. ni lo enseña el amo. Se aprende lidiando constantemente con las potenciales presas y el dueño lo único que puede hacer es procurar al animal el máximo de experiencias y aplicar el control que facilita el adiestramiento para que la acción sea eficaz y útil a la escopeta.
7- La constancia
Las jornadas intensivas de entrenamiento seguidas de largos periodos ociosos no sirven de mucho. El adiestramiento debe fundamentarse en un trabajo reglado, cotidiano y dosificado, de modo que al mismo tiempo resulte sostenible y asimilable.
El trabajo constante a su vez desarrolla, a través del ritmo progresivo, la actitud positiva y la confianza del animal. que ve como las exigencias son recompensadas con los éxitos de lo aprendido. El trabajo con inflexiones e impulsivo genera una presión excesiva en el animal de forma puntual para pasar después largos días de pasividad cargándose de ansiedad y aburrimiento. Esto conlleva estrés y confusión en el animal, además de no progresar al no poder implementar con rutina lo ya aprendido.
 8-La paciencia
La paciencia no suele ser una de las virtudes del dueño. La paciencia además no se recibe como un don innato, ni llega espontáneamente. La paciencia la otorga la experiencia. Sólo quien se ha relacionado con un amplio número de ejemplares asumirá con naturalidad que las cosas llevan su tiempo, que hay que ser tolerantes con las capacidades cognitivas de un perro por su condición de animal, que la impaciencia es destructiva y sólo lleva a plantearse objetivos excesivos o inalcanzables a corto plazo y finalmente a la frustración. Y que la frustración es la razón del abuso sobre el animal y del castigo desmedido.
Debemos saber establecer metas y objetivos. Las primeras son muy generales y a largo plazo, los segundos son mensurables y concretos. Eso nos ayudará a mantener la paciencia. Así es clave mantener un estricto sentido de la justicia para ser equilibrados en la distribución de premios y castigos. Firmes a la hora de exigir una respuesta ya conocida por el perro, pero flexibles cuando hemos de tener en cuenta factores tales como el estado de maduración, las condiciones de trabajo, la salud del animal, la influencia de la raza…
 9- Los conocimientos
El adiestrador de hoy no puede limitarse a la intuición o al seguimiento de un método riguroso y mecánico aprendido de un maestro artesano.
El adiestramiento puede y debe estar avalado por unos conocimientos tanto teóricos como técnicos en los que se sustente cada acción de entrenamiento. Y el enfoque mismo del aprendizaje.
La etología, la psicología, la neurología, la pedagogía… son ciencias que ofrecen al adiestrador todo un mundo de respuestas a las incógnitas que cada día la conducta de nuestros canes nos plantea.
  10-
  Los recursos
Es indispensable contar con un material de adiestramiento completo y adecuado (correas, silbatos, collares, walkies, apports, dummies, collar electrónico, jaula lanzadora…), con unas instalaciones que garanticen el bienestar del animal, si no vive en el hogar, con un transporte adecuado, con unos terrenos idóneos de caza salvaje donde entrenar y con un lugar para el trabajo de pista. En el adiestramienta no podemos andar parcheando para que no encontremos continuas carencias y trabas en el camino.
Diez llaves para un tesoro: nuestro perro 10. ¡A disfrutar!




 Ricardo V. Corredera

Pelechos y preparativos.

Cuando los rigores del caluroso verano han quedado atrás, nuestros inseparables e irremplazables compañeros de esas, a veces inolvidables y a veces desesperantes, jornadas de caza, están a punto de terminar, o de hecho ya se ha producido, ese ineludible y puntual proceso del pelecho.
Paco Ruiz | 05/11/2009
Durante estos meses en los que las temperaturas alcanzan sus valores máximos tiene lugar el proceso del pelecho del que dependerá, en gran parte, el que nuestros compañeros se encuentren en perfectas condiciones para afrontar la nueva temporada de caza.
Debemos extremar ahora los cuidados del reclamo
Lo primero que debemos tener en cuenta es el lugar donde ubicaremos los terreros donde pasarán este periodo, siendo aconsejable que sea el mismo donde pasan el resto del año. Tomando las precauciones necesarias para evitar exposiciones prolongadas al sol, que les producirían la muerte por asfixia, son ideales los lugares donde les dan los primeros rayos de sol o bien los del atardecer, pero, repito, sin exposiciones prolongadas al astro rey.

Cuidados durante el pelecho

Para que el mencionado proceso obtenga el éxito deseado, debemos poner todo nuestro empeño en los cuidados, tanto higiénicos como alimenticios, para conseguir que, cuando les den las fiebres que les provocan el pelecho, se encuentren en las mejores condiciones físicas posibles. Sobre este tema, como en otros referentes al reclamo, existen tantas tendencias como jauleros. Por ello voy a exponer cuál es mi tendencia desde que soy jaulero —más de cuarenta años, los mejores bajo la tutela y batuta de mi tío y maestro, Sebastián Luque, q.e.p.d., natural de Almogía, Málaga—.

Hay que cambiar diariamente, si es posible, del agua, pues siempre les caerá la tierra de los terreros, lo que podría transmitirles alguna enfermedad infecciosa; si el lugar donde están es muy caluroso, se puede cambiar hasta dos veces por día. © Alejandro Jurado.
No debemos olvidar que el sitio donde se encuentran más cómodos los reclamos es en los terreros, por una simple cuestión de espacio, por lo que el pasarlos de la jaula al terrero debe ser en el momento en que termina la temporada de caza, aunque en principio lo hago sin tierra hasta entrado el mes de junio, que es cuando les pongo la tierra con una buena porción de ceniza que les servirá para su desparasitación externa. La tierra se la iremos cambiando cada quince o veinte días para evitar infecciones producidas al picar sus propios excrementos. Una o dos veces por semana les podremos dar un baño de agua con un pulverizador que les refrescará de las altas temperaturas propias de la época.

Alimentación

La tierra se la iremos cambiando cada quince días
Es crucial la alimentación y, en este sentido, tengo la costumbre de no cambiar a lo largo del año los alimentos que les suministro, que no son otros que un revuelto de trigo, veza, cañamones, garbanzos y maíz, con la única salvedad de pequeñas ayudas que variarán según la época en la que estemos, siendo durante el pelecho a base de productos que les refresquen —manzana verde, lechuga, pepino, etc.—. Esto lo haremos no más de dos veces por semana para evitar producirles desarreglos intestinales, que tan nefastas consecuencias traen. Imprescindible en esta época es vigilar las defecaciones, pues son el primer indicio para notar infecciones que puedan contraer y que, cuanto antes detectemos, más posibilidades tendremos de curar y salvar su vida. Es adecuado desinfectar los terreros con cualquier insecticida de los existentes en el mercado, y esto lo haremos cada dos cambios de tierra, salvo que observemos cualquier insecto o larva, en cuyo caso lo haremos inmediatamente que lo veamos. Igual de importante es observar una pérdida repentina de peso, ya que ésta suele sobrevenir por la presencia de algún tipo de piojillo, insecto o larva, tal y como hemos comentado.

Durante la época del pelecho debemos incrementar los cuidados de nuestros amigos los reclamos, ya que es la época en las que se suelen producir más bajas en nuestro jaulero, pues no olvidemos que las altas fiebres que sufren, unido a las altas temperaturas ambientales, les hacen más vulnerables a todo tipo de enfermedades. © Alejandro Jurado.
Durante este proceso, si se produce alguna muerte entre nuestros reclamos, debemos desinfectar todos los demás terreros, lavándolos con desinfectante y cambiándoles tierra, comida y agua, ya que la mayoría de estas enfermedades se suelen transmitir de unos a otros, no siendo la primera vez que una infección produce varias bajas en un mismo jaulero en un corto espacio de tiempo.

Vuelta a la jaula

En cuanto al momento de volver los reclamos a la jaula —desinfectada previamente—, soy partidario de hacerlo un mes antes de comenzar la temporada, en el caso de reclamos ya cazados —y, por tanto, habituados a la jaula—, y dos meses antes en el caso de los pollos nuevos, con el fin de que se hagan a su nuevo lugar de residencia, teniendo en cuenta que estos últimos no se suelen cazar hasta el final de temporada, lo que significa que dispondrán de casi tres meses de adecuación a su nuevo medio. Todo lo que sea adelantarlo a estas fechas producirá, en muchos casos, un encele prematuro que condicionará su estado óptimo cuando llegue la hora de salir al campo, ya que no debemos olvidar que la temporada se alarga durante 42 días, y en nuestras manos estará el poder cazarlos durante el mayor número de jornadas posibles, por descontado, en el mejor estado de celo posible.


En el momento de pasarlos al terrero, desparasitaremos internamente a los pájaros con cualquiera de los productos existentes para ello en el mercado. © ANCREPER.
La alimentación en esta época será la misma —revuelto de trigo, veza, maíz, garbanzo, cañamones— y serán los pequeños extras los que cambien con respecto a la época de pelecho: habas secas molidas del tamaño de un grano de trigo, garbanzo remojado y desmenuzado, habas verdes picadas, cerraja, berros, cebolla, hojas de rábano... Estos aditivos se le suministrarán combinándolos durante dos o tres veces por semana, dependiendo del grado de celo de cada reclamo, siendo las habas molidas las que más les aumenta y, por tanto, observaremos en qué estado de celo se encuentra cada uno de ellos para dosificárselos según necesidades. Al tener ponerles verde con frecuencia, en este tiempo el agua se la suelo poner dos o tres veces por semana los días que no les pongo verde.

Preparación al celo

Soy contrario a llevar más de un pájaro al puesto
Es llegado este momento de prepararlos para el celo cuando se producen las mayores controversias, pues son muchos los aficionados que intentan que sus pájaros se encuentren en un estado de celo óptimo para los primeros días de caza, para lo que suelen darles algún tipo de vitamina, lo que, unido a los piensos de celo y otro tipo de complementos alimenticios que les suministran, provocarán que mediada la temporada alcancen un exceso de celo —en el argot, pasados de celo—, que nos llevará a tener que prescindir de ellos en pleno apogeo de la temporada o, en el mejor de los casos, a tener que utilizar distintos medios para intentar rebajarles ese exceso de fogosidad. A los que no la hayáis hecho nunca así, os invito a que lo intentéis con uno de vuestros reclamos y ya veréis el resultado que os puede dar. Soy, igualmente, contrario a llevar más de un pájaro para un puesto, pues esto hace que en muchas ocasiones no se le dé más de media hora para hacer su trabajo.
Mi sistema para conseguir el encele de mis pájaros no es otro que dejar que lo hagan naturalmente a medida que vayan saliendo al campo, a sabiendas de que los primeros puestos no estarán en perfecto estado, pero con ello consigo que se vayan encelando a la par que lo hace el campo, y les puedo asegurar que las mejores faenas se producen cuando hay igualdad en este sentido con sus congéneres, las camperas, que, en definitiva, es la principal condición que se debe dar para disfrutar de esas faenas que hacen que esta afición nos cale cada vez más y con más fuerza.

El reclamo necesita que le demos el tiempo adecuado para que veamos qué es lo que tenemos en la jaula, y no olvidemos que en un puesto de una hora y media o dos horas se dan muchas y variadas circunstancias que serán las que, en definitiva, califiquen a nuestro pájaro. © José D. Gómez.
Con respecto a este último apartado, entiendo que los tiempos han cambiado y que, por distintos motivos, no todos disponemos del tiempo necesario para sacar las veces necesarias a nuestros reclamos al campo para darles el tiempo y los puestos que necesita un pájaro para alcanzar ese celo óptimo y demostrar sus cualidades. Esto, unido a que a veces nuestros jauleros están más poblados de lo necesario, hace que haya veces que pasen por nuestras manos figuras que pudieron serlo y que se nos fueron sin nosotros saberlo. Por esto me sigo empecinando en practicar esta caza siguiendo las enseñanzas que me fueron dadas desde pequeño y que intento plasmar en mi sucesor, y para conseguir esto es imprescindible que prime la calidad sobre la cantidad, la pureza sobre la ambición; esta es la filosofía de la caza de la perdiz con reclamo macho y no hay nada que la pueda cambiar.
Ha pasado casi un largo año desde que metimos a nuestros pájaros en los terreros; han pasado muchos días de cuidados, mimos, atención a cualquier anomalía que pudiera surgir... y es ahora cuando veremos el resultado de todo ello; ha llegado el momento de salir al campo y disfrutar; nuestros desvelos, un año más, habrán merecido la pena; por fin nos encontramos los dos solos; por fin volvemos a vivir esa complicidad que hace de nosotros gente especial, para muchos gente rara, pero especial al fin y al cabo .
Desde aquí hago un llamamiento a los viejos jauleros para que promulguen esta doctrina. Entre todos tenemos que conseguir que los que nos vienen detrás puedan disfrutar tal y como lo hemos hecho nosotros de esta sin par afición. De nosotros, única y exclusivamente, dependerá que la caza de la perdiz con reclamo no pierda ese embrujo, como bien dice nuestro amigo Manolo R., que la hace ser diferente a todas, ese sentir que hace que me merezca la pena ser jaulero.
Paco Ruiz, jaulero (Asociación Nacional de Cazadores de Perdiz con Reclamo, ANCREPER)